
Walüntuwe: conocimiento y usos relacionados con la naturaleza y el universo. Registro y difusión multimedial de la veranada pehuenche en Alto Biobío”
Antecedente generales sobre la práctica de la veranada.
El rol de las veranadas en el territorio pewenche de Alto Bio Bio
I
Las veranadas constituyen un espacio con una carga simbólica asociada a la identidad pewenche y a su desarrollo tanto económico como espiritual. El uso cíclico de estos valles permitió durante siglos el equilibrio ecológico de su ecosistema, y formó parte de la trashumancia pewenche dentro de su territorio. Actualmente, y debido a distintas medidas estatales que se han aplicado sobre territorio Pewenche, el uso de las veranadas se ha restringido, y con ello, la desfragmentación de éste.
Para comprender el rol de los espacios patrimoniales de veranada dentro del sistema territorial pewenche, y sus funciones a nivel medioambiental y cultural. Es necesaria una aproximación a la espacialidad Pewenche, sus articulaciones y dinámicas en función de los mismos actores indígenas, contrastada con la perspectiva de las actuales intervenciones estatales.
Las características físicas de la región de montaña ha permitido la existencia de dos ecosistemas altitudinalmente diferenciados y localizados en los valles de los drenes que constituyen la red hidrográfica de la cabecera de la cuenca del río Biobío, conocidos como invernada y veranada. La invernada corresponde a los valles bajos, entre los 1.200 y 1.400 m.s.n.m., localizados al pie de las laderas cordilleranas, con baja presencia de nieve durante el invierno y compuesta por formaciones boscosas de nothofagus como lenga, ñirre, coigüe, raulí, roble, radal, así como otras especies menores como maqui, pichi, quila (Durán, 2000:58). La veranada, en cambio, son aquellos valles altoandinos localizados entre los 1.500 y 2.000 m.s.n.m., compuesta por comunidades vegetacionales de la formación coironal, coironal-matorral, unidad mallín, y especies propias de las praderas húmeda cordillerana como son el trébol blanco (trifolium repens) y la lechugilla (Lontodon taraxacoides). Un estudio realizado por Ahumada, Palma, Centron, Ramírez, Hauenstein, Gonzalez y Pérez, (1999:71) las define como “praderas naturales frágiles ocupadas solamente en verano, ya que el resto del año, permanecen cubiertas de nieve, por lo que comúnmente estos lugares de pastoreo estacional son conocidos como veranadas”. Es por esto que, a consecuencia del deshielo tardío y la biodiversidad singular que presenta, este ecosistema sensible constituye un patrimonio fitogenético fundamental para el resguardo de la calidad de las agua de los sistemas fluviales que allí se originan.
Los espacios de invernada y veranada están sujetos a un uso cíclico condicionado por los factores climáticos existentes en la zona y derivado de una necesidad económica, religiosa y cultural, que ha dado origen a un patrón de asentamiento trashumante. La invernada (Pukemtuwe) es el espacio económico y el hábitat donde se encuentra la vivienda (Ruka), los corrales, las praderas y parte del bosque nativo. En esta zona permanecen las familias durante los meses de mayo a diciembre, debido a que son áreas de menor precipitación (Molina y Correa, 1998: 257). La veranada (Walügtuwe), en tanto, es el espacio en que familias pewenches se trasladan durante la estación walung-gillu, es decir, de diciembre a abril, para pastar sus animales, desarrollar ceremonias religiosas tradicionales como el guillatun, y extraer plantas para práctica de medicina natural. Por tanto se diferencia de la invernada por la ausencia de una vivienda permanente, reemplazada en este caso por una autoconstrucción de madera que sirve de alojamiento durante los meses de verano. El uso de las tierras de veranada, en la mayoría de los casos, es de tipo comunitario, pero el espacio en donde se ubican los rucos es designado y establecido ancestralmente (Norero, 2007:116). La importancia de la veranada, como espacio simbólico, va más allá de una mera dependencia económica, pues en ella se efectúa la recolección de piñones o pewen, frutos de las araucaria (árbol sagrado del Pewenche), actividad tradicional practicada durante siglos que ha significado el soporte alimenticio de las familias pewenches, y cuya connotación socio-cultural es vital para la interacción de las comunidades.
La alternancia en el uso de la invernada-veranada orienta las actividades de los pewenches durante el transcurso del año, junto con organizar la experiencia total del grupo de acuerdo al ritmo de los propios ciclos naturales. Además, este sistema responde a un uso común y sustentable de los recursos disponibles y existentes en ambos espacios, que permite el equilibrio ecológico del ecosistema, y que está vinculado a la cosmovisión holística Pewenche -e indígena en general- : no separa “naturaleza” de “cultura” e integra nociones de carácter supranatural a su medioambiente. Además, el tránsito entre los espacios de invernada-veranada permite mantener la continuidad territorial del fütalmapu Pewenche, muy vinculado al sistema hidrográfico de la cuenca del río Biobío. Dichos espacios actúan como verdaderos núcleos articuladores de una red de circuitos que conforman el ancestral sistema territorial identitario Pewenche, construido en base a un modelo de ocupación espacial que dependen de dichos espacios patrimoniales para su reforzamiento. De esta forma, la conectividad entre los distintos componentes del territorio es circunstancial a su identidad cultural, lo que obedece a la integración histórica que este pueblo ha desarrollado con su entorno natural.
